INTERCAMBIO DE PALABRAS CON HILDEBRANDT
César Hildebrandt invocó a los periodistas a no perder la ingenuidad y la timidez, durante su presentación en la Feria del Libro que se desarrolla en el Parque de Expresión de Arequipa, pero él hizo gala de su poca modestia y gran pedantería, es decir, fue una muestra de ese viejo dicho “El diablo predica pero no practica”.
Nadie niega, y menos yo, las cualidades de entrevistador, buen comentarista escrito de César Hildebrandt, en mérito a lo cual se ha ganado la estima y el respeto del público, que dicho sea de paso acudió en forma masiva al Parque Libertad de Expresión y formó larga cola para hacer firmar su libro “Cambio de Palabras”, como si se tratará de conseguir el autógrafo de un famoso del cine o del canto.
Siempre he pensado que una persona entre más sencilla, más valiosa es y en el caso de los periodistas con mayor razón, porque somos uno de los seres más vulnerables y que más rápido bajamos del pedestal al que subimos por nuestro talento, porque siempre hay más de uno interesado en derribar aquel que dice la verdad y cuestiona al inmoral o corrupto.
El autor de “Cambio de Palabras” dice haberse suicidado 15 veces o haber perdió la chamba por decir la verdad, en provincias algunos periodistas también nos suicidamos, 5 veces van en mi haber, la última de un semanario en donde comentaba gratuitamente; pero claro no somos tan famosos ni hemos perdido jugosos sueldos como Hildebrandt (no existe comparación entre lo que gana un periodista en Lima con lo que ganamos en Arequipa ni otra provincia del Perú); y menos hemos podido ahorrar para sobrevivir decorosamente en la época de las vacas flacas. Pese a eso, aún nos podemos dar el lujo de rechazar algunos empleos porque nuestra conciencia y libertad de opinar vale más que unas cuantas “pesetas”,.
Por eso vale más ser un periodista desempleado pero con la conciencia tranquila que un periodista alquilado a los intereses de los que ostentan el poder; en esto si estoy de acuerdo con César Hildedebrant. Porque en el Perú efectivamente hay una cultura de la mentira y el periodismo es hoy más que nunca un vil negocio que dirigen las empresas de comunicación a cargo de gentes que sólo les interesa llenarse los bolsillos con el sudor ajeno y que ponen como escudo a periodistas que a veces informan, a veces critican lo malo (cuando el aludido no pone publicidad) y muy pocas veces defienden los intereses de la mayoría.
De esta manera, los ganapanes mantienen sus míseros trabajitos hasta que el dueño del circo les dice hasta aquí nomás porque se les fue la mano en algún comentario. Claro no faltan siempre los que se humillan y piden una oportunidad más o se mantienen de rodillas aguanta y aguanta los vejámenes. Nosotros no servimos para eso.
En el corto intercambio de palabras que tuve con Hildebrant mientras me autografía el libro de su autoría, le exprese mi desacuerdo con la crítica que hizo a los gremios periodísticos, pues dijo: que estos no existen. Pero claro, estos gremios están agonizando porque los periodistas con moral y sangre en la cara los hemos abandonado a su suerte o porque algunos como el citado no se involucra en ellos. Las luchas se hacen desde dentro de las instituciones, fácil es criticar como espectador.
Los periodistas somos objetos de muchos abusos, justamente por eso porque no caminamos juntos y cada quien quiere ser una estrella solitaria. Haber ¿por qué este 1 de octubre, no hacemos un alto en nuestra labor y protestamos contra todos los atentados contra la libertad de expresión y de opinión?
Nadie niega, y menos yo, las cualidades de entrevistador, buen comentarista escrito de César Hildebrandt, en mérito a lo cual se ha ganado la estima y el respeto del público, que dicho sea de paso acudió en forma masiva al Parque Libertad de Expresión y formó larga cola para hacer firmar su libro “Cambio de Palabras”, como si se tratará de conseguir el autógrafo de un famoso del cine o del canto.
Siempre he pensado que una persona entre más sencilla, más valiosa es y en el caso de los periodistas con mayor razón, porque somos uno de los seres más vulnerables y que más rápido bajamos del pedestal al que subimos por nuestro talento, porque siempre hay más de uno interesado en derribar aquel que dice la verdad y cuestiona al inmoral o corrupto.
El autor de “Cambio de Palabras” dice haberse suicidado 15 veces o haber perdió la chamba por decir la verdad, en provincias algunos periodistas también nos suicidamos, 5 veces van en mi haber, la última de un semanario en donde comentaba gratuitamente; pero claro no somos tan famosos ni hemos perdido jugosos sueldos como Hildebrandt (no existe comparación entre lo que gana un periodista en Lima con lo que ganamos en Arequipa ni otra provincia del Perú); y menos hemos podido ahorrar para sobrevivir decorosamente en la época de las vacas flacas. Pese a eso, aún nos podemos dar el lujo de rechazar algunos empleos porque nuestra conciencia y libertad de opinar vale más que unas cuantas “pesetas”,.
Por eso vale más ser un periodista desempleado pero con la conciencia tranquila que un periodista alquilado a los intereses de los que ostentan el poder; en esto si estoy de acuerdo con César Hildedebrant. Porque en el Perú efectivamente hay una cultura de la mentira y el periodismo es hoy más que nunca un vil negocio que dirigen las empresas de comunicación a cargo de gentes que sólo les interesa llenarse los bolsillos con el sudor ajeno y que ponen como escudo a periodistas que a veces informan, a veces critican lo malo (cuando el aludido no pone publicidad) y muy pocas veces defienden los intereses de la mayoría.
De esta manera, los ganapanes mantienen sus míseros trabajitos hasta que el dueño del circo les dice hasta aquí nomás porque se les fue la mano en algún comentario. Claro no faltan siempre los que se humillan y piden una oportunidad más o se mantienen de rodillas aguanta y aguanta los vejámenes. Nosotros no servimos para eso.
En el corto intercambio de palabras que tuve con Hildebrant mientras me autografía el libro de su autoría, le exprese mi desacuerdo con la crítica que hizo a los gremios periodísticos, pues dijo: que estos no existen. Pero claro, estos gremios están agonizando porque los periodistas con moral y sangre en la cara los hemos abandonado a su suerte o porque algunos como el citado no se involucra en ellos. Las luchas se hacen desde dentro de las instituciones, fácil es criticar como espectador.
Los periodistas somos objetos de muchos abusos, justamente por eso porque no caminamos juntos y cada quien quiere ser una estrella solitaria. Haber ¿por qué este 1 de octubre, no hacemos un alto en nuestra labor y protestamos contra todos los atentados contra la libertad de expresión y de opinión?
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