LUIS PAREJA PRESENTO: “AREQUIPA Y SU MÚSICA – 100 AÑOS DE DISCOGRAFÍA AREQUIPEÑA”
Como
homenaje a los intérpretes arequipeños que hace una centuria grabaron por vez
primera nuestro repertorio musical, recientemente se presento el libro “Arequipa y su Música –
100 años de discografía arequipeña” del periodista y docente
universitario Luis Pareja Rivero.
La
obra, que ha sido autofinanciada totalmente por su autor, es un intento recopilatorio de letras, música,
semblanzas y que durante tres años el autor ha venido reuniendo con el
propósito de afianzar la identidad cultural de los arequipeños. Para ello,
durante varios años recopilo discos de carbón y vinilo, bibliografía antigua y fue recogiendo el
testimonio de cantautores y familiares
de cultores ya fallecidos para concretar su objetivo.
Un
20 de setiembre de 1913, cinco arequipeños dejaron por vez primera en la ciudad
de Lima, testimonio sonoro del acervo musical de nuestra tierra para la
disquera norteamericana Víctor. Se trata de Rafael Velarde y Ángel Medina del
dúo Velarde y Medina; Mariano Escobedo y Domingo Núñez, del dúo quenistas
Escobedo y Núñez y el guitarrista Emilio Sirvas que acompañó a ambos dúos como
instrumentista.
Posteriormente,
entre el 7 y 10 de agosto de 1917 técnicos de la Víctor registraron en Arequipa
64 grabaciones, que junto a las de 1913, se constituyen como las grabaciones
pioneras y que fueran editadas en discos de carbón de 78 revoluciones por
minuto.
Descripción
de la Obra
El
libro “Arequipa y su Música – 100 años de discografía arequipeña” aborda
en quince capítulos la idiosincrasia musical de nuestros principales exponentes
a través de las distintas épocas y géneros y que dejaron huella sonora a través
de los discos de carbón y vinilos. La obra cuenta con 282 páginas e incluye dos
CD’s de cortesía en su mayoría con música inédita y que pasará a formar parte
del patrimonio musical arequipeño.
Este compendio abarca
información discográfica de las primeras generaciones de intérpretes, de los
principales autores y compositores, tanto locales como nacionales e
internacionales que le cantaron a la ciudad de Arequipa y a sus provincias.
Información de los festivales musicales, la música y el deporte arequipeños,
los temas conmemorativos dedicados a los barrios y distritos, la música
institucional y coral, la radio y los cancioneros. Dentro de lo inédito se
tiene la letra del yaraví que interpretó el general Trinidad Morán el día de su
fusilamiento en 1854.
En torno al autor,
debemos recordar que Luis Pareja Rivero,
edito antes con fines académicos las separatas:
“La Radio en Acción” y el Manual de
Odontofotografía; además ha realizado con sus alumnos de Publicidad, Multimedia y
Comunicación, tres exposiciones fotográficas sobre los paisajes escondidos de Arequipa,
los Petroglifos de Toro Muerto y los
7 Pecados de Arequipa.
A continuación
reproducimos la presentación de la obra hecha por su autor, el 19 de diciembre
del 2013, en la casona del Corregidor Abril y Maldonado de la Universidad
Católica de Santa María.
AREQUIPA Y SU
MUSICA – 100 AÑOS DE DISCOGRAFIA
“Este libro, forjado en el amor al trabajo y en el
silencio creador, en ese silencio donde se pueden florecer las más elevadas
facultades que hay en nosotros, no aspira sino a estimular a los estudiosos, a seguir
por la ruta emprendida y en pro de la ciencia” Juan Manuel Cuadros en la
introducción de su libro “Folclore botánico medicinal arequipeño” editado en 1940.
Digno auditorio que tiene la generosidad de dar el marco
de arequipeñismo a este acto:
La música como expresión cultural tiene en Arequipa
muchas centurias en su haber. Fue parte de la vida social hogareña donde
abuelos, padres, hijos y demás miembros de la familia sumaban sus voces y
toques de instrumentos para amenizar las reuniones.
La aparición de la tecnología sonora a fines del siglo
XIX provocó el desplazamiento de
aquellas antiguas prácticas. Este “quiebre” provocó que la familia dejara de
CREAR y TRANSMITIR letras y música que venían de generación en generación: La
tecnología devoró la tradición oral toda vez que la música popular carecía de
partituras y las letras se guardaban en cuadernos familiares que terminaron
desechados… con el correr de los años.
Una conocida frase refiere que “lo que no se usa… se
atrofia”. Este “síndrome por desuso”, se evidencia hoy en día, cuando por
ejemplo, a diferencia de antaño no nos esmeramos en la caligrafía y ortografía.
Dejamos esa tarea al procesador de textos de la computadora. En el caso que nos
ocupa, la tecnología sonora que “GUARDABA” los sonidos y facilitaba la
repetición exoneró a nuestros antepasados de la más preciada de sus
habilidades: la retentiva sonora. Sino como explicar la aparición de
trastornos de memoria como el Alzheimer o la demencia senil progresiva.
La incipiente tecnología sonora ante la necesidad de
expandir la venta de sus gramófonos tuvo que incorporar repertorios locales
propiciando la participación de un reducido número de nuestros exponentes
quienes dejaron patente su voz y su música. Es probable que NO FUESEN lo mejor
de la “vitrina” entre otras cosas por el nulo incentivo económico. Por ejemplo,
la Estudiantina Duncker recibió de la Víctor en 1928 un juego de cuerdas para
los instrumentistas como único pago.
Otro hecho derivado de lo anterior es que la Tecnología
de grabación impuso un estándar de duración que hasta hoy existe. Cada tema
tiene en promedio tres minutos de duración. Ello significó mutilar el
repertorio con la supresión de versos y estrofas y su acompañamiento. Un par de
ejemplos los tenemos en “La Partida” o “El Pajarillo cautivo”. Junto a ello
también se consagró una injusticia, toda vez que a la hora de etiquetar los
discos se obviaba los nombres de autores y compositores, llevándose el crédito
únicamente los intérpretes cosa que hasta hoy puede evidenciarse en la mayoría
de presentadores de música en las distintas radioemisoras.
Finalmente, otro elemento de contexto para aproximarnos
al discurrir histórico de nuestra música, también de naturaleza EXOGENA es el
referido a la movilidad cultural. La tecnología ha hecho que los intercambios
se aceleren. Lo que antes tomaba meses o años hoy precisa de escasos segundos.
Agentes externos han “bebido” pero también han “dejado” una huella cultural
entre otras, en la música. Sólo así se explica que algunas de nuestras tonadas
y versos también se encuentren en regiones y países circunvecinos. Veamos estos
fenómenos. En el periodo colonial, muchos de los nacidos en esta tierra
abrazaron la carrera militar en las filas realistas y participaron de las
principales gestas en los distintos confines del antiguo Virreinato del Perú. Allí llevaron su música… nuestra música, tan
igual como los infatigables arrieros arequipeños en sus largos periplos
comerciales. A ellos se suman la presencia en Arequipa de las corrientes
expedicionarias del sur y del norte con contingentes foráneos constituidos por
argentinos, chilenos, altoperuanos, venezolanos, colombianos y ecuatorianos
principalmente. Como se sabe, las tropas tienen un alivio de sus penas en los cánticos
y música. La guerra que emprendió Chile contra la federación peruano-boliviana
también dejó su huella…de allí trascendieron “Pajarillo y “Nieve viento y sol”;
dos testimonios que por ejemplo fueron llevados a la discografía en Argentina
por Héctor Roberto Chavero Aramburú “Atahualpa Yupanqui”. En 1911 Montes y
Manrique grabaron el Pajarillo.
Otro hecho que para los arequipeños puede explicar esta “movilidad
musical” es la construcción del ferrocarril de Arequipa. No menos de dos mil
peones chilenos, bolivianos y argentinos principalmente, llegaron junto a
Enrique Meiggs para ejecutar la más importante obra pública del siglo XIX en
Arequipa. Junto a los peruanos y arequipeños, en particular, intercambiaron
inevitablemente repertorios en sus momentos de descanso.
La guerra con Chile también dejó su marca cultural en
nuestros soldados, tan igual como cuando empujados por la necesidad de trabajo
miles de arequipeños viajaron a las antiguas salitreras peruanas y bolivianas
para participar en esas duras faenas durante casi cincuenta años.
Amigos… son estos los principales fenómenos económicos y
políticos que pueden explicar por qué nuestro repertorio musical haya
trascendido. La tradición oral ha mantenido hasta hoy al menos en términos
ideativos muchas de nuestras primigenias composiciones que urge recuperar y
salvaguardar.
Con estas premisas es que pasamos a describir algunos
hitos de nuestra historia discográfica. Hacemos la salvedad que el presente es
un TRABAJO INCOMPLETO, por cuanto ha girado de modo exclusivo en quienes
dejaron huella DISCOGRAFICA en discos de carbón y de vinilo.
Es nuestro deseo que con la participación de
intelectuales y personas entendidas y COMPROMETIDAS con Arequipa y su cultura, se
pueda profundizar este pequeño aporte. Estamos absolutamente conscientes que el
trabajo tiene muchos vacíos e imprecisiones que rogamos a los lectores tengan
la generosidad de salvar y -quien sabe- en una reedición colectiva se pueda
corregir y SOBRETODO aumentar.
Ante nuestra imposibilidad material y de tiempo, este
trabajo no abarca las producciones hechas en cassetes y discos compactos que
también necesitan ser registradas. Con ello, estaríamos aumentando el universo
investigativo para salvaguardarlo y estudiarlo.
Como no es mi deseo cansarlos seguido haremos una
descripción de los pioneros de la fonografía arequipeña y que motivó esta obra.
COMO ANTECEDENTE se tiene que en 1911, los limeños
Eduardo Montes Rivas y César Augusto Manrique La Torre graban por vez primera el
repertorio musical peruano. El ser los pioneros les hizo merecedores a la
conocida frase de Manuel “El Chato” Raygada de Padres del Criollismo. En la
ocasión el dúo grabó 172 temas, teniendo que viajar a Nueva York por cuenta del
sello norteamericano “Columbia”. En esa oportunidad técnicos de dicha casa
discográfica grabaron en Lima -en cilindros de cera- 10 temas a las bandas del
Primer regimiento de Artillería, Regimiento de Gendarmes y de la Escuela
Militar de Chorrillos.
Todas esas grabaciones de 1911 (182 en total) constituyen
la llamada serie P, de las cuales casi el 50 por ciento son yaravíes y tristes
y un vals arequipeño de nombre “Al pie
del Misti” y que no guarda relación con la composición de Don Eduardo
Recavarren, uno de los pioneros del vals peruano.
Seguido quiero compartir con uds. una de esas grabaciones
de montes y Manrique de origen arequipeño:
Uds. habrán podido notar que para interpretar un yaraví
hay que tener buen “guargüero” como decimos los arequipeños.
Seguidamente, en 1913, motivados por el éxito de la
Columbia es que, la también estadounidense, Victor envía a Lima a dos técnicos
con el objetivo de recoger in situ nuestro repertorio. En la oportunidad graban
distintos exponentes dentro de los cuales destacan los dúos conformados por los
quenistas Nuñez y Escobedo, Velarde y Medina y el instrumentista de guitarra
Emilio Sirvas, que acompañó a ambos dúos.
Entre el 20 y 22 de setiembre de 1913 (de hace tres
meses) Domingo Nuñez y Mariano Escobedo grabaron 14 temas instrumentales (10 yaravíes,
3 huaynos y 1 serenata). Allí se tienen entre otros “Separación”, “Palomita
donde vas”, “Aún la nieve se deshace”, “Los dos amigos” y “La flor de canela”
que nosotros hoy la conocemos gracias a Don Benigno Ballón Farfán como “Negrita flor de canela”. Quien sabe este habría de
inspirar muchas décadas después a Chabuca Granda para su conocido vals.
Entre el 22 y 24 de setiembre, pegadito nomás, Rafael
Velarde y Angel Medina dejaron estampadas sus voces en 29 grabaciones en su
mayoría de origen melgariano. “Crueldad”, “Resolución”, “Retrato”, “El destino
o la partida”, “El delirio”, “Si dos con el alma”, y la primera grabación del
carnaval arequipeño antes del arreglo de Don Benigno Ballón Farfán), entre
otros. Las letras de han sido transcritas en la obra, en su mayoría destacando
el caso singular que la canción de nombre “las avecillas” del dúo Velarde y
Medina grabada en 1913 y que en la actualidad el mexicano Alejandro Fernández
la tiene grabada con el título de “invierno” y bajo su autoría. Un asunto que
merece ser dilucidado.
En total… en 1913 los arequipeños grabaron 43 temas con
el acompañamiento del instrumentista de guitarra Emilio Sirvas. Pese a nuestros
esfuerzos por conocer datos biográficos de dichos pioneros nos ha sido difícil.
Es una tarea que tenemos pendiente. Algunos de ellos –según referencias que
manejamos- son de origen socabayino, lugar de donde nosotros también
procedemos.
GRABACIONES DEL 1917
Cuatro años después, la Victor envía a dos de sus
técnicos de grabación a Lima y Arequipa para registrar nuevo material. Entre el
7 y 10 de agosto de 1917 se producen 64
grabaciones. Dicho trabajo tuvo como protagonistas a Los Hermanos Soto, El trío
Arequipeño de Quenas, El Coro de la Unión Musical de Arequipa, La Banda Federal de Arequipa, el dúo Salas y
Rodríguez, Dueño Rodolfo Vinatea y Raúl Buendía, José Barahona y un señor de
apellido Valdivia. Junto a ellos se tiene la participación también –por vez
primera- de la mujer arequipeña. Esas pioneras fueron Irene Quesada, Sofía
Emilia Llosa y las Srtas. Ampuero y Acosta. Los géneros grabados en Arequipa en
1917, son de lo más diversos: yaravíes, valses, canciones, huaynos, marineras,
tonderos, polcas, marchas e himnos principalmente.
SEGUNDA GENERACION
Luego de estas pioneras grabaciones en Lima y Arequipa,
vendría la segunda generación que tiene como protagonistas a los dúos que
conformaron Zacarías Salas e Isaac
Marroquín Calderón (Salas y Marroquín ) y don Cleto Chávez Anci y Timoteo
Abarca Núñez (Chávez y Abarca) que en
abril de 1928 dejaran también en Arequipa su huella sonora junto a los pioneros
de la música puneña: la Estudiantina
Duncker de don Alberto Rivarola, y los duetos femenino de Lucy y Ana Salinas y
el masculino, Cataila y Katari que grabarían por vez primera en lengua aymara.
LUIS DUNCKER LAVALLE
Las primeras grabaciones de este extraordinario músico
Luis Duncker Lavalle fueron hechas por la orquesta de la disquera Victor en
marzo, abril y diciembre de 1913. Quedaron inmortalizadas sus obras
“Quenas”, “Llanto y Risa” y “Luz y
Sombra”. Se hace necesario recuperar esas grabaciones tempranas.
DON BENIGNO BALLON Y LA DISCOGRAFIA
En la década de los veinte, músicos de origen extranjero
grabarían el repertorio del joven y genial Benigno Ballón Farfán. La orquesta
Internacional Victor, el tenor mexicano Carlos Mejía junto a las sopranos Margarita
Cueto y Blanca Ascencio y los colombianos Jorge Añez y Alcides Briceño fueron
los elegidos para grabar entre 1922 y 1929 una veintena de sus obras (22 para
ser exactos). Destacan la grabación de
1924 “Melgar” a cargo de Briceñó y Añez; Clemencia, Silvia, El Retrato, Amor
Infame, La Traidora, La Encantadora, Negrita flor de canela, El Carnaval de
Arequipa, Delirio, entre otras.
La obra en suma es un recorrido fonográfico que abarca
las producciones en discos de carbón y de vinilo hechas por arequipeños a lo
largo de esta primera centuria.
Una de las tareas del autor, ha sido transcribir las
letras de muchas de las canciones con el objeto de cotejarla con la actualidad
y salvaguardarla para evitar su desaparición. Si lo permiten… algo así
como “arqueología musical”.
También se ha incluido un par de discos compactos. El
primero de ellos contiene una selección
de 27 temas de gran valor histórico y que han sido recuperados de las 78 rpm.
El segundo en su casi totalidad procede -en su mayoría- de una grabación
efímera correspondiente a los ensayos que desarrollaban los miembros de la
Asociación de Cultores del Yaraví, en 1973, para lo que habría de ser el disco
de nombre “Yaraví” y que fue promovido por el Area de Cultura de la
Oficina Regional de Apoyo a la Movilización Social, ORAMS IX, de Arequipa.
En este caso, le ha sido difícil al autor identificar a
los intérpretes de estos temas que -en su casi totalidad- son inéditos. El
yaraví “Socabaya”, la pampeña “ciudad mistiana”, el vals de Alfredo Navarro
Siviriche “Nuevo Perú”, “Quejas del dúo Gonzales y Cuba”, entre otros; y muy en
especial cinco temas del recordado Dúo Paucarpata; de los cuales sobresalen las hasta hoy desconocidas:
marinera “Celoso”, la polca “Que viva mi Paucarpata, y otros más que ojala sean
regrabados para enriquecer el repertorio musical mistiano. Dentro de este
segundo disco también se incluye cinco temas que fueron captados por el autor
en 1989 cuando se desempeñaba como administrador de la radio municipal de Cerro
Colorado, al extraordinario dúo que conformaron los Hermanos Cervantes.
Otros Aspectos de la obra
La obra dedica también en varios capítulos referencias
discográficas a los autores, compositores, intérpretes de origen arequipeño en
todos sus géneros y que dejaron huella fonográfica. También alude a algunos
intérpretes internacionales que le cantaron a esta ciudad. Se da cuenta de los
festivales de la canción que tuvieron como protagonistas a los arequipeños, muy
en especial a Gabriela Valdivia que por poco se consagra en la OTI. También se
dedica algunas páginas a la música y el deporte, a los cantos dedicados a
algunos de nuestros distritos y provincias que llegaron al acetato; la música
promovida por algunas instituciones privadas y públicas de todo orden y que
también dejaron huella. Una alusión a la radio, los cancioneros y las
discotiendas y un conjunto de anécdotas completa este documento.
El capítulo final tiene un especial significado para el
autor, por cuanto recoge lo que por línea materna ha permanecido hasta hoy en
el terreno de lo oral. Hay un conjunto de versos que proceden del diario personal
de uno de nuestros antepasados, quien vivió a mediados del siglo XIX: el
socabayino, Don José Luis Tejada. Pero también incorporamos, el que consideramos uno de los mayores aportes
de este trabajo: La despedida de Morán. Se tratan de antiguos versos de origen
español y que a ritmo de yaraví interpretara -el día de su fusilamiento- en la
plaza de armas de nuestra y que como última gracia le concedieran sus
ejecutores al noble y patriota general Trinidad Morán y Manzano.
Gracias a la retentiva de la madre de nuestra tatarabuela
Doña Sazagosa Tenorio es que dichos versos cantados tristemente ese 3 de
diciembre de 1854 han llegado hasta nosotros.
LA DESPEDIDA DE MORAN
Qué importa que el mes de abril
Ni el florido mes de mayo
Qué importa que la calandria
Ni el ruiseñor ni el jilguero
Canten para divertirme
si en mí no cabe un consuelo
Ayayay… si en mí no cabe un consuelo.
Qué importa que a mí me lleven
A jardines cada día,
Si las flores se marchitan
Al ver mi melancolía.
Ayayay al ver mi melancolía.
Qué importa que yo durmiera
en cama de bellas flores
Si no me dejan dormir
malas imaginaciones
Ayayay malas imaginaciones
Florecerán las campiñas,
darán fruto sus vergeles
Se alegraran mis oyentes
cuando un desgraciado muere
Ayayay cuando un desgraciado muere.
EPILOGO
En estos tiempos de grandes transformaciones y cambios,
se hace necesario asumir algunas tareas y estrategias a efecto de preservar los
distintos valores culturales nativos, en especial, la música. La globalización
en sociedades como la nuestra es absolutamente asimétrica. Son más los aportes
que se recogen que los que se diseminan. Esa desigualdad cultural pone en
peligro las identidades locales, haciendo especial énfasis en las nuevas
generaciones. Peligrosamente, los arequipeños del futuro están haciendo suyas
costumbres, hábitos y lenguajes ajenos. De allí que deba ser prioridad, el
invertir en el afianzamiento del patrimonio folclórico, fiestas tradicionales,
gastronomía, medicina tradicional, y demás manifestaciones del arte popular que
se conocen hoy bajo el nombre del patrimonio inmaterial.
Surge también la necesidad de documentar la historia de
Arequipa a través de un archivo sonoro y audiovisual regional, el que además
debe preservar lo más valioso del patrimonio cultural -repetimos- inmaterial y
que se halla disperso en distintas fuentes y con el riesgo latente de perderse.
Cabe preguntarse, quién o quiénes en un futuro y cómo se
representará lo arequipeño?. Eso es algo que no se tiene en claro, a falta de
adecuadas políticas de preservación. Se hace por ello, forzoso el fortalecer la
capacidad creativa de los cultores de la música, además de brindarles
escenarios y condiciones adecuadas para su cultivo y promoción. Estas tareas
deben trascender, el mes de agosto o festividades centrales en cada una de
nuestras provincias y distritos. Pero también, es apremiante, recuperar, poner
en valor y enriquecer los repertorios de
los grandes exponentes de la música arequipeña, a efecto que no se sigan
viendo, reiteraciones en las distintas formas públicas de expresión como por
ejemplo, los corsos de la amistad o festivales de danzas, etc. En la casa y en la escuela hay que tonificar
las capacidades para salvaguardar la cultura.
Por último, expresamos el agradecimiento a quienes
generosamente nos brindaron su tiempo y acceso a sus archivos personales para
concretar este trabajo y muy en especial al profesor y periodista Walter
Castillo Chávez quien como descendiente de uno de los pioneros de la música
arequipeña reafirmó permanentemente nuestra convicción de escribir este libro.
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