LA VERDAD DE “CHURAJON”

Interesantes revelaciones sobre el desarrollo de sus investigaciones en torno a nuestros orígenes y su trayectoria profesional, que seguramente darán mucho que hablar, hará el doctor Eloy Linares Málaga, actual Presidente de la Asociación Internacional de Arte Rupestre, Presidente de la Asociación Regional de Cultura y Profesor Emérito de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, cuando publique sus Memorias de más de 3 mil páginas.
Como un adelanto a lo que contendrá dicho compendio, el Dr. Linares nos revela que se inició como investigador fue cuando cursaba apenas el segundo año de Letras en la UNSA (1947); en aquel entonces su profesor del curso de “Historia General del Perú” (uno de esos docentes que hacen al alumno desarrollar la materia), le dejo como trabajo investigar sobre la “Arqueología de Arequipa”.
Fue entonces cuando buscó documentos de toda índole sobre el tema y descubrió que las ruinas de “Churajón” habían sido mal nombradas por su descubridor el sacerdote Leonidas Bernedo Málaga, ya que en el documento original (el libro “La Cultura Puquina” del mismo Bernedo) no aparece ese nombre sino Choquellampa. Para comprobarlo Linares Málaga cuenta que organizó una expedición a caballo hacia el distrito de Polobaya y al llegar preguntó por el sitio llamado “Churajón” y los pobladores respondieron que el lugar donde estaban las ruinas era conocido por los nombres de Sawaca, La Waca o Maucallacta y “pueblo viejo” de Polobaya, en donde encontró fragmentos de cerámica, tejidos y huesos con los cuales retorno y al mostrarlos a su Catedrático, este le dijo : “usted va a iniciar la cátedra y tiene datos para dictar clases durante un mes”.
Es así que don Eloy Linares se inició como docente siendo alumno en la UNSA y su primer acercamiento con el arte rupestre fue cuando tras investigar en Choquellampa, retornó por la Villa de Yarabamba y allí encontró por primera vez los petroglifos de Wanaqueros, Trompín Chico y Quebrada Motorista; además recibió informaciones de la excavación que había hecho Bernedo Málaga en el Cementerio de Lorenzo Delgado, camino al Santuario de Chapi. Siguió acopiando más información y supo que el primer trabajo arqueológico no se debía a Bernedo sino a otros sabios como: Mariano Eduardo de Rivero Ustariz en Quilcasca 1825 y de Max Uhle (1905) en Cerro Juli, cuya etnia fue la Lupaca de Puno.
A propósito de los distritos del cono sur de la provincia de Arequipa, existen serios problemas de delimitación territorial que, de acuerdo a sus atribuciones, debe solucionar el Gobierno Regional. Por ejemplo: las minas de Chapi ubicadas en el distrito de Polobaya son pretendidas por Moquegua; asimismo, los distritos de Mollebaya, Quequeña y Yarabamba se disputan la zona El Pajonal. Asimismo, hace poco la Universidad Católica San Pablo quiso comprar un terreno de más de 237 mil m2 que era reserva ecológica protegida declarada por Quequeña que estaría más bien dentro de la jurisdicción de Yarabamba, por tanto es necesaria la intervención del Gobierno Regional, expresó Linares Málaga.
En torno a cómo descubrió Toro Muerto, el Dr. Eloy Linares dijo que esto también fue casual. Pues, cuando trabajaba como Auxiliar del Museo de la UNSA vio que allí había poco material, entonces le propuso al Rector de aquel entonces, el Dr. Alberto Fuentes Laguno, explorar las zonas andinas de las provincias de Castilla y Condesuyos y que todos los bienes estudiados serian de beneficio de la Universidad.
El viaje se cumplió el 4 de agosto de 1951 al pueblo de Corire, alojándose en un hotel rodeado por un corral de vacas y caballos. Pero grande fue su sorpresa al ver que los sillares de la cerca tenían grabaciones de cabezas de camélidos, figuras geométricas y otros; al preguntar al dueño de la posada sobre la procedencia de tales materiales, supo que venían de la cantera ubicada en la Hacienda de Toro Grande., sin dudarlo vendió su reloj y anillo para quedarse en el lugar más tiempo del previsto y con dos alumnos, a lomo de bestia, llegaron por una estrecha senda a la referida hacienda, cuyas paredes estaban hechas de sillares con grabaciones rupestres; al continuar hacia el pueblo de Huarango encontró un templo construido en 1722 con petroglifos de Toro Muerto.
Al continuar el viaje hacia el cementerio de Corire, encontró el primer petroglifo partido en dos, su admiración fue similar a la que experimento el descubridor de Troya, afirma Linares Málaga; quien recuerda haberse demorado tres horas en estudiar el petroglifo, fotografiarlo, describirlo etc. Sus guías le indicaron que hacia la aguada había millones de grabados sobre rocas y el día no les alcanzó para verlos todos. Así fue como se descubrió Toro Muerto un 5 de Agosto de 1951 y que le dio la fama que tiene don Eloy Linares Málaga.
El piensa que el Arte Rupestre de Toro Muerto tiene tanto valor como Machu Picchu, por ser el repositario más grande del mundo (5 Km Aprox.), cuyo nombre original sería Hatum Quillcapampa o Hatum Quilcamarca. Lamentablemente esta zona se halla en grave riesgo porque hay dos irrigaciones que están sembrando sobre los petroglifos, lo que es un pecado de lesa cultura. Por eso Linares Málaga sugiere que ante la incapacidad del Gobierno para defenderlo y cuidarlo, arriende a un particular esta zona, para que la ponga en valor para el turismo y después de un tiempo lo devuelva mejorada al Estado Peruano.
El descubrimiento de Toro Muerto será uno de los 10 tomos de las memorias que escribe el Dr. Eloy Linares Málaga a sus 83 años de edad y tras 60 años de estudio del Arte Rupestre en el Perú y el Mundo. Hace poco la Asociación Peruana de Arte Rupestre ha colgado en su página web la entrevista que le hiciera Gori Tumi Echevarria López, sobre sus descubrimientos y aportes a la cultura.

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