EL MAL USO DE LAS LIBERTADES DE EXPRESIÓN Y PRENSA
El periodismo cambia, la forma de
presentación de las noticias, los medios, los lectores y autores también,
porque la sociedad no es estática; y a pesar de que la tecnología hoy nos
permite enterarnos de todo en forma casi inmediata de ocurrido el hecho; sin
embargo, la gente no está mejor
informada que antes y menos orientada, que cuando los medios de comunicación
eran menos en número y las noticias recién se conocían al día siguiente de
ocurridas.
¿A qué se debe esto? A muchos
factores.
En primer lugar, consideramos a
la mala interpretación y practica que se hace de la Libertad de Expresión y de
la Libertad de Prensa, amparadas por nuestra Constitución, leyes y pactos
internacionales como la Declaración de Chapultepec, suscrita en México D.F. el
11 de marzo de 1994. Pues si bien todos estamos de acuerdo en su defensa, pero
la libertad de expresión es un derecho que tenemos a todos a expresar
libremente lo que pensamos, pero no por ello a agredir o faltar a los demás con
nuestras expresiones. Asimismo, la libertad de prensa debe ser entendida con un
derecho a desarrollar un medio de comunicación con la finalidad de difundir el
acontecer diario, opiniones y demás fines del periodismo, más no para malformar
a nuestra niñez y juventud, ni para utilizar
estos medios con fines muy personalísimos, tal como viene ocurriendo.
Es que a muchos medios de comunicación sólo les interesa
vender más y alcanzar elevados ratings para tener el mayor número de
anunciantes, aunque para esto la gente cada vez sea menos pensante, más
violenta y superficial.
Como segundo factor, notamos que
la propia familia está atravesando por una crisis que cada vez más grave,
hogares disfuncionales, y los padres generalmente prefieren dedicarse más a sus
trabajos y otras ocupaciones que brindar tiempo de calidad a sus hijos y menos
inculcarles el amor a la lectura y a saber seleccionar los programas
televisivos que deben ver, porque tampoco
ellos tienen esas virtudes. Claro las excepciones siempre existen y los hijos
de ellas son los mejores en el colegio, la universidad y centros de labor, pero
son pocas.
En tercer lugar, también existe
los ciudadanos que hartos de los programas basura que ofrece la televisión, las
noticias de bajo contenido que publican los diarios y las comentarios
desatinados y sin fundamento que emiten algunos conductores de espacios
radiales, han desestimado de sus vidas los medios de comunicación y prefieren
vivir sin noticias y sin enterarse de la corrupción que campea en las esferas
de los gobiernos nacional, regional y local , por cuanto entienden que ellos sólo
sobreviven gracias a su propio trabajo y esfuerzo.
De otro lado, el uso de las redes
sociales crece en forma aritmética día a día y la gente de todos los estratos
sociales y edades pasa gran parte de su tiempo inclinado y digitando sobre su
smarphone revisando y actualizando su facebook, whatsapp, email y otros, pero
la información que fluye por estas redes es muy pobre, superficial e intrascendente,
pues muy pocos dan un uso eficiente a
estos elementos debido a su pobre formación y cultura. Antes decíamos: “dime
con quién andas y te diré quién eres”, hoy se podría decir: “Dime que lees o escribes
y te diré quién eres”.
En cuarto lugar, en la actualidad son pocos en estos
tiempos, los periodistas que lograr hacer investigaciones o que recurren a las
dos y hasta las partes en conflicto antes de redactar y hacer sus
publicaciones, la mayoría opta por el facilismo y/o sólo informa lo que al medio le conviene. A
parte que los nuevos periodistas que egresan de una universidad local tienen
una formación académica deficiente que se evidencia apenas salen de las aulas y
son pocos los que por esfuerzo propio se perfeccionan en el camino y permanecen
un buen tiempo en los medios de comunicación; quienes dicho sea de paso, en los
últimos años demuestran una política de renovación de cuadros constante, pues
para no hacerse de carga laboral pesada aprovechan la mano de obra juvenil que
egresa cada año, les dan una propina de
practicante y antes que el fruto madure le dicen: chau.
Nosotros periodistas también,
pero que tenemos la oportunidad de estar también en la otra orilla (desde una
entidad pública), vemos que a los jóvenes comunicadores les falta
conocimientos, no sólo de redacción, sino también de cultura general, además del
cultivo de valores; en tanto que, los
actuales conductores de medios carecen de ese compromiso social para producir
programas de calidad y noticieros que realmente contribuyan con la formación ciudadana. Por eso y con
justa razón profesionales de otras áreas y hasta ciudadanos de a pie, no ven
con buenos ojos a los periodistas de hoy.
En conclusión, todo hace pensar
que nosotros mismos no somos capaces de corregir de hacer un buen uso de las libertades de
expresión y de prensa y por tanto es necesaria la mano fuerte de un gobierno
que sin llegar a ser dictador, implemente y ponga en práctica políticas que
obliguen a los medios de comunicación a producir programas con calidad de
contenido a cargo de verdaderos comunicadores, que informen bien, eduque y
culturicen a esta población que requiere encaminar mejor sus vidas para construir
una sociedad pacífica, ordenada y respetuosa.
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