EL SACERDOTE Y MAESTRO DE AREQUIPA


William Daniel Morris Christy Nació el 4 de noviembre de 1910 en St. Louis, Missouri; pero se nacionalizó arequipeño desde que en 1960 vino a convertir en realidad su sueño de una Universidad Católica de Santa María para Arequipa; y se quedó para siempre.

Hace poco la citada Casa Superior de Estudios recordó su vida y obra con motivo del Primer Centenario de su Nacimiento; sin embargo a pesar de lo trascendental del trabajo que desplego en bien de la juventud estudiosa de Arequipa, esta ciudad aún no reconoce como debe ser a este sacerdote, que dejo atrás su vida y tierra natal para trabajar hasta su muerte por un ideal de servicio totalmente desinteresado.

A continuación un relato de su vida difundido por la UCSM:

William Morris nació en Saint Louis. Missouri, Estados Unidos. Fue el mayor de cuatro hermanos, confiados prontamente a su cuidado y al de su padre, ante la muerte de su madre poco tiempo antes de que él cumpliera los diez años. ”Mi padre era empleado de ferrocarril” recordaba el Padre Morris. “Cuando yo estaba en quinto o sexto grado de primaria ya trabajaba” dijo alguna vez.

Sus primeros estudios los llevó a cabo con las Hermanas de San José de su tierra natal. Los secundarios los hizo con los Hermanos de Santa María. En esta etapa fue cuando nació su vocación sacerdotal. De su niñez, se sabe que al Padre Morris le gustaban los juegos de béisbol y de basketball en los que participaba. “Mi padre era jugador profesional de béisbol”, y claro, con un buen maestro, él no podía menos que aprender.

Sus primeros estudios en Teología, luego de haber culminado con el servicio militar, los realizó en Missouri, en la Universidad de Saint Louis, después de haber ingresado a la Sociedad de María, congregación católica fundada por el padre Chaminade, cuya principal labor era la educación cristiana. Estos estudios los concluiría luego en la Universidad de Friburgo en Suiza. Posteriormente regresaría a Estados Unidos donde iniciaría su labor pedagógica en algunas universidades. En esos años se desataría la terrible y funesta Segunda Guerra Mundial, y el padre Morris se vería directamente involucrado en ella.

“Me dijeron, Padre usted que es sacerdote ¿podría ir a apoyar a los soldados que se encuentran combatiendo?... Yo cómo podía decir que no, y acepté ser sacerdote y enseñar religión”, contaba.

El Padre Morris recorrió entonces España, Francia, Italia y Suiza, ayudando a los soldados y difundiendo su fe. Una época difícil que atesoraba como uno de los recuerdos más importantes de su juventud.

“Aprendí varios idiomas, el francés, el alemán,...”, rememoraba trayendo como hilillos finos de imágenes, los días de lucha y movilización entre uno y otro país.

Sin embargo, y a pesar de todo el peligro que entrañaba permanecer en territorios de guerra, el mayor riesgo de muerte que el Padre Morris vivió fue cuando viajaba de Francia a Estados Unidos por barco. “Nosotros regresábamos en el barco cuando nos dimos cuenta que hacia nosotros venía un barco alemán con la intención de destruirnos...”, reveló el Padre Morris con una expresión de suspenso, tipo de película de guerra norteamericana. “Pero nos escapamos, felizmente...”, contó sonriendo con un aire infantil de triunfo.

Nuevamente en Missouri, el Padre Morris fue requerido para enseñar en otras universidades norteamericanas, como la de San Antonio, en Texas. Tiempo después lo haría por América del Sur, donde le dijeron se necesitaba trabajar por la fe católica. “Padre ¿está usted dispuesto a partir?”, le dijeron. “¿Está usted dispuesto a luchar por la iglesia?”, a lo que él respondió “yo haré lo que ustedes me manden”.

Así el Padre Morris llegó a Lima en el año 1942, cuando aproximadamente contaba con treinta años. Su curriculum como pedagogo era extenso, y sus sentidos y su inteligencia siempre alertas, descubrieron una realidad hambrienta de educación.

El Padre Morris se quedó en Lima cerca de veinte años compartiendo su labor pastoral con la pedagógica, en colegios que él mismo fundara, y en la Universidad San Marcos. Frutos de su afán emprendedor son los Colegios Santa María y San Antonio de Lima, de reconocido prestigio en nivel académico. Pero su inquietud por la educación le hizo soñar con un proyecto de más grande: una universidad, sueño que plasmó en proyecto en 1947, año en que comienza su labor de toca- puertas en pos de autorización y apoyo.

Morris se establece en Arequipa en 1959, y desde entonces reconoce como suya esta ciudad a la que dio no solo una moderna universidad; sino, los mejores años de su vida. Con el apoyo de Monseñor Leonardo José Rodríguez Ballón, Arzobispo de Arequipa, el proyecto de la universidad se va tornando cada vez más cercano.

Finalmente, luego de reunir a un grupo de profesionales desprendidos de intereses materiales, funda la Universidad Católica de Santa María, oficializada por el D.S. 024, del 06 de diciembre de 1961, firmado por el Presidente Manuel Prado.

El Padre Morris sería nombrado, a propuesta del arzobispo de Arequipa, primer Rector de la casa superior marianista.Su labor desde el rectorado no se limitó a la administración y a la cátedra que le competía estrictamente. Muchos lo recuerdan aún caminando entre los montones de arena con los zapatos empolvados supervisando la construcción de los primeros pabellones, apilando ladrillos y escudriñando los planos arquitectónicos. Su labor trascendió los claustros universitarios y lo llevó a distintos y distantes lugares en busca de donaciones y financiamiento.

Luego vendría una larga actividad docente, siendo, luego de Rector, Director del Programa Profesional de Teología y docente del programa de doctorado, actividad que compartía con su labor social en los pueblos jóvenes e instituciones de salud mental y de ancianos con grupos de alumnos.

El Padre Morris era de aquellos arequipeños que se han ganado el gentilicio a punta de trabajo y de sacrificio por la tierra del Misti. Tierra que lo acoge en sus entrañas tras fallecer el 22 de diciembre de 1999, dejando un gran vacío en los corazones santamarianos y de los arequipeños. Descansa en su cripta ubicada en la Plaza Principal de la Universidad Santamariana, en Umacollo. Y los exalumnos y estudiantes actules debemos recordarlo por siempre.


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