EN EL MES DE LAS GUAGUAS, NOVIEMBRE, HABLEMOS DE BEBÉS
La población en nuestro país, está creciendo geométricamente y no precisamente porque el
crecimiento económico (aunque ya en picada) conduzca, a las familias bien
constituidas y los adultos con independencia económica, a tener un hijo o hija
más o decidirse a ser por fin padres o madres de familia, según sea el caso.
No, el asunto es que la gente joven se está reproduciendo irresponsablemente.
Esto se debe, en parte a que los
padres y madres de hoy, otorgan demasiada libertad a sus hijos adolescentes y
porque al parecer nuestros niños, gracias a la televisión e Internet, pierden la
inocencia prematuramente y al llegar a la pubertad ya quieren vivir como
adultos, aún cuando no dominen la tabla de multiplicar y menos sepan quien fue
Miguel Grau Seminario.
Ahora parece normal, ver a chicos
y chicas de 12, 13 o 14 años, con uniforme escolar, bien juntitos, besándose y
manoseándose, a plena luz del día y hasta de noche; mientras sus confiados padres creen que sus vástagos
siguen estudiando o están haciendo algún trabajo grupal. Y en las unidades de
transporte, los adultos continuamente tenemos que ceder el asiento a jovencitas
embarazadas o con bebé en brazos.
Pareciera, que muchos
progenitores de hoy, no quieren realmente a sus hijos, por eso los abandonan a
su suerte. La excusa de que por la necesidad, tanto padre y madre tienen que
trabajar desde que amanece hasta que anochece para llevar lo necesario al
hogar, es sólo eso, excusa. Pues cuando uno ama realmente a sus hijos, siempre tiene
tiempo para controlarlos, educarlos, orientarlos, ir al colegio para verificar
su avance y hasta jugar con ellos.
Los padres de familia debemos
tomar conciencia, de que el dinero no lo es todo y más importante que llenarlos
de regalos y darles todo los que nos piden, es estar con nuestros hijos en el
momento que lo necesitan, es decir, cuando son niños y adolescentes.
Lamentablemente, hoy predominan
los hogares disfuncionales y multifamiliares en donde se juntan hijos de un
compromiso con los de otro; o en donde el padre o la madre abandona el hogar
primigenio para formar otro; entonces hijos abandonados o maltratados por el
padrastro o madrastra, como revancha buscan afecto en brazos irresponsables que
los convierten en padres y madres prematuros, y la historia se repite.
Y así como fueron jóvenes padres
y madres, en unos años más serán abuelos aún cuando no hayan pasado a la
adultez. Entonces cada vez tendremos una sociedad menos madura e irresponsable
de sus actos.
Por esto, es necesario que, el
Estado despliegue esfuerzos para encauzar mejor a la sociedad, concientizar a
los padres sobre su delicada misión, elimine los programas basura de la
televisión para dar paso a producciones que contribuyan a la formación de
mejores ciudadanos; en tanto, que la Iglesia,
así como se opone al aborto terapéutico se dedique con ahínco a reconquistar el
corazón de niños y jóvenes, para enseñarles a valorarse más y sólo decidir ser
padres cuando sean suficientemente maduros. Mientras tanto sólo prefiramos las
guaguas de bizcocho.
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