CAMBIAN LOS GABINETES, LOS GOBIERNOS, PERO SIGUE EL DISPENDIO
Cambiar ministros o presidentes
en nuestro país no es más que tener “la misma chola pero con diferente
pollera”, porque igual sigue la inoperancia, el dispendio y la corrupción. Con
la renovación de cuadros, los que dirigen los destinos de nuestro país, sólo
buscan que la gente renueve sus esperanzas de tener un mejor gobierno y olvide
los desaciertos cometidos, es decir, “un engaña muchachos más”.
Hace un tiempo tuve la
oportunidad de ver de cerca cómo se malgastan los recursos del país, y como el
actual gobierno opera igual que los anteriores.
Por razones de trabajo,
participamos en una actividad coorganizada con personal de un ministerio, se
trataba de la inauguración de una
pequeña obra en un distrito de la Región, la realización de esta actividad no hubiera demandado mayor
esfuerzo y gasto si la hubiera hecho la comuna del lugar, cuyo personal de
RR.PP. planifica este tipo de eventos en un día y dada la estrechez de
presupuesto, los desarrolla con sólo los recursos existentes y cero soles.
Pero como para esta inauguración,
venía el propio titular del ministerio, se envió una comisión de la Capital
para coordinar la organización y desarrollo de la actividad, con 15 días de
anticipación, lo que significó el pago de alojamiento en un hotel y
alimentación de un grupo de 5 personas
que durante ese tiempo se encargaron de “torturar” a los funcionarios del
gobierno local para recordarles a diario, que tenían que invitar a las
autoridades, contratar un estrado, limpiar y pintar la zona a inaugurar,
convocar a los vecinos de la zona para el día de la inauguración, presentar una
estampa típica, colocar el equipo de amplificación 5 horas antes de evento y
que la Autoridad Edil no olvidará de entregar un regalo al Ministro.
Pero al recibir la negativa de
alguno de los puntos exigidos, ellos tuvieron que contratar el estrado,
convocar a un grupo de danzarines de otra provincia en donde su ministerio
también hizo obras, y organizar el traslado de todos los trabajadores de
construcción civil de su Programa, a quienes los dotaron de polos, cascos y
pancartas con lemas de bienvenida y
agradecimiento; además instruyeron a quienes debían hacer uso de la palabra, es
decir, para que todo saliera dentro del libreto establecido.
Y cuando llegó el día “D”
observamos que para cada acción había que cumplir un “protocolo”,
establecido por algún funcionario de
alto nivel que desde Lima monitoreaba todo gracias a la magia de las telecomunicaciones y que seguramente
de ese modo justificaba su jugoso
sueldo. Para esto, los comisionados tomaban fotos de cómo había quedado la obra
a inaugurar, el estrado, el camino a recorrer entre el estrado y la obra
(apenas 50 metros de distancia, la placa y su debelador y hasta de la botella
de champagne que debía ser rota; y desde Lima el jefe de imagen les aprobaba
cada detalle o les decía las correcciones que debían hacer y nuevamente tenían que enviar la foto de lo
realizado hasta recibir el ok.
Un trabajo simple y hasta
rutinario, pero que los funcionarios de Lima lo convertían en complicado para
lograr que su máximo jefe quede satisfecho y se lleve una falsa imagen de gran aceptación a un gobierno que
día a día se desploma por los hechos de corrupción que se develan.
La pregunta es, si así se gasta:
tiempo, personal y dinero para la inauguración de una simple obrita de un
pueblo alejado, cómo será para la
entrega de un proyecto de gran envergadura,
o para la juramentación de un nuevo gabinete, que a través de la
televisión vemos con gran asistencia de autoridades y buen
número de portátiles.
O sea las riquezas de nuestra
Patria no se esfuman sólo a través de
las sobrevalorizaciones de obras para cubrir las coimas que se entregan a los
gobernantes sino también a través de los
gastos excesivos de personal, financiamiento de portátiles y organización de
eventos innecesarios para disfrazar una realidad que ni ellos se la creen.
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