SOLO LOS MEJORES DEBEN SER MAESTROS
Mucho debate y controversia ha desatado el proceso de nombramiento y contratación de profesores para el presente año, debido a la dación del Decreto Supremo 004-2008 ED que pone como requisito para acceder a una de las plazas, estar dentro del Tercio Superior.
Actualmente son 9,632 educadores de la región Arequipa, que pugnan por alcanzar una de las 481 plazas docentes; y que están agotando todos los recursos legales y de convencimiento para lograr que las autoridades del sector Educación dejen sin efecto el DS 004. El Presidente del Gobierno Regional, Juan Manuel Guillén Benavides, queriendo recuperar algo de popularidad, accedió al reclamo de los profesores, pero de inmediato fue desautorizado por el Presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo.
Para muchos resulta ilógico que los docentes, cuyo trabajo diario consiste en evaluar a los educandos quienes se someten a los exámenes con la mayor tranquilidad y obediencia; no hagan lo propio y más bien pongan tantas objeciones a las evaluaciones y hasta se resistan a ser examinados, tal como ocurrió el año pasado con la llamada “Evaluación Censal”.
Las justificaciones son muchas: en el 2007 las pruebas no fueron elaboradas por especialidades por eso la mayoría desaprobó; ahora resulta que el proceso de selección es discriminatorio e ilegal, porque no se puede excluir a miles de docentes que no están dentro del Tercio Superior, quienes habrían estudiado por gusto.
Según los representantes del Gobierno Central con las nuevas disposiciones, se busca que los educandos tengan mejores docentes y que las evaluaciones permitan determinar en qué áreas se debe capacitar a los profesores.
Para muchos, aún sin ser progobiernistas, estos objetivos resultan convincentes porque ya es tiempo de mejorar la educación que reciben nuestros niños y jóvenes, tan venida a menos en las últimas décadas. Pero tampoco podemos ser ciegos e ignorar que los actuales profesores que aspiran ser contratados o nombrados no están preparados para estos cambios, pues cuando fueron estudiantes de Educación no sabían ni imaginaron que sólo los primeros puestos tendrían oportunidad de trabajar para el Estado.
Bien sabemos que a la carrera de Educación como a la Policía Nacional, los jóvenes llegan no por vocación sino por necesidad o con la esperanza de tener mayores oportunidades de trabajar que en otras profesiones; y si a esto se suma el bajo nivel de formación académica que se imparte en la mayoría de universidades, institutos pedagógicos y Escuela de la Policía, entonces ya podemos deducir la calidad de profesionales y efectivos que egresan. Por eso, muchos recién se perfeccionan en la práctica o con el estudio de cursos especializados y de posgrado.
Lo ideal sería, a nuestro modesto juicio, que de los mejores estudiantes que egresan de los colegios y con vocación por supuesto, un buen porcentaje decidieran estudiar Educación, así como escogen Medicina e Ingeniería de Sistemas. De esta manera, se tendría también buenos pedagogos al final de la carrera, no con un promedio de notas de 14 sino de 18 y quizás 20, a quienes concursar con las condiciones actuales no les significaría ninguna preocupación.
Dice el dicho: “Si fuiste buen alumno, también serás buen maestro”. Lamentablemente, a veces la propia familia y sociedad, son las que desanima a muchos jóvenes a seguir su verdadera vocación y los induce a estudiar profesiones que aparentemente son más lucrativas o que tienen mayor campo de acción, pero que puede conducirlos al fracaso incluso desde la época estudiantil, porque les resulta difícil aprobar ciertos cursos por falta de aptitudes innatas a la persona. De allí que haya profesionales aprobados por unanimidad y otros por “humanidad”.
En realidad, se requieren realizar muchos cambios en el plano educativo para mejorar los niveles de aprendizaje y de enseñanza, pero estos cambios deben ser integrales y paulatinos. Las grandes transformaciones llevan tiempo, no se hacen de la noche a la mañana; y desde luego en algún momento se tiene que comenzar.
Actualmente son 9,632 educadores de la región Arequipa, que pugnan por alcanzar una de las 481 plazas docentes; y que están agotando todos los recursos legales y de convencimiento para lograr que las autoridades del sector Educación dejen sin efecto el DS 004. El Presidente del Gobierno Regional, Juan Manuel Guillén Benavides, queriendo recuperar algo de popularidad, accedió al reclamo de los profesores, pero de inmediato fue desautorizado por el Presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo.
Para muchos resulta ilógico que los docentes, cuyo trabajo diario consiste en evaluar a los educandos quienes se someten a los exámenes con la mayor tranquilidad y obediencia; no hagan lo propio y más bien pongan tantas objeciones a las evaluaciones y hasta se resistan a ser examinados, tal como ocurrió el año pasado con la llamada “Evaluación Censal”.
Las justificaciones son muchas: en el 2007 las pruebas no fueron elaboradas por especialidades por eso la mayoría desaprobó; ahora resulta que el proceso de selección es discriminatorio e ilegal, porque no se puede excluir a miles de docentes que no están dentro del Tercio Superior, quienes habrían estudiado por gusto.
Según los representantes del Gobierno Central con las nuevas disposiciones, se busca que los educandos tengan mejores docentes y que las evaluaciones permitan determinar en qué áreas se debe capacitar a los profesores.
Para muchos, aún sin ser progobiernistas, estos objetivos resultan convincentes porque ya es tiempo de mejorar la educación que reciben nuestros niños y jóvenes, tan venida a menos en las últimas décadas. Pero tampoco podemos ser ciegos e ignorar que los actuales profesores que aspiran ser contratados o nombrados no están preparados para estos cambios, pues cuando fueron estudiantes de Educación no sabían ni imaginaron que sólo los primeros puestos tendrían oportunidad de trabajar para el Estado.
Bien sabemos que a la carrera de Educación como a la Policía Nacional, los jóvenes llegan no por vocación sino por necesidad o con la esperanza de tener mayores oportunidades de trabajar que en otras profesiones; y si a esto se suma el bajo nivel de formación académica que se imparte en la mayoría de universidades, institutos pedagógicos y Escuela de la Policía, entonces ya podemos deducir la calidad de profesionales y efectivos que egresan. Por eso, muchos recién se perfeccionan en la práctica o con el estudio de cursos especializados y de posgrado.
Lo ideal sería, a nuestro modesto juicio, que de los mejores estudiantes que egresan de los colegios y con vocación por supuesto, un buen porcentaje decidieran estudiar Educación, así como escogen Medicina e Ingeniería de Sistemas. De esta manera, se tendría también buenos pedagogos al final de la carrera, no con un promedio de notas de 14 sino de 18 y quizás 20, a quienes concursar con las condiciones actuales no les significaría ninguna preocupación.
Dice el dicho: “Si fuiste buen alumno, también serás buen maestro”. Lamentablemente, a veces la propia familia y sociedad, son las que desanima a muchos jóvenes a seguir su verdadera vocación y los induce a estudiar profesiones que aparentemente son más lucrativas o que tienen mayor campo de acción, pero que puede conducirlos al fracaso incluso desde la época estudiantil, porque les resulta difícil aprobar ciertos cursos por falta de aptitudes innatas a la persona. De allí que haya profesionales aprobados por unanimidad y otros por “humanidad”.
En realidad, se requieren realizar muchos cambios en el plano educativo para mejorar los niveles de aprendizaje y de enseñanza, pero estos cambios deben ser integrales y paulatinos. Las grandes transformaciones llevan tiempo, no se hacen de la noche a la mañana; y desde luego en algún momento se tiene que comenzar.
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