EL CONTINUISMO DE LA CORRUPCIÓN ES PROPIO DE SICARIOS
Los hechos de corrupción que vienen ocurriendo en el seno de
los gobiernos regionales y locales y las expresiones de sicariato que se propagan
nos deben mover a una profunda reflexión sobre algunos aspectos:
1. - Vivimos
en un sistema democrático y los presidentes regionales, consejeros regionales,
alcaldes provinciales, distritales y regidores, gobiernan gracias al poder que les
entregamos los ciudadanos a través de nuestro voto en los procesos electorales.
2. .- Si
bien los presupuestos regionales y locales, compuestos por el FONCOMUN,
ingresos propios, canones y regalías, los manejan los gobiernos regionales y locales,
conforme a las aprobaciones de los consejos regionales y municipales; pero
estos están sujetos a fiscalización de los consejeros, de los regidores y de la
propia comunidad organizada a través de los Comités de Vigilancia, Comités de
Gestión, Frentes de Defensa, Juntas Vecinales y de los ciudadanos en general
que deben ejercer su derecho a la participación ciudadana.
3. - En
todos los gobiernos existen Oficinas de Control Interno que deben estar
permanente alertas ante cualquier indicio de corrupción o malos manejos.
Entonces si
esto se da y está regido por las leyes peruanas, porque se producen los actos
de corrupción en todos los entes de gobierno, esto sólo tiene una respuesta y es que
nadie cumple con sus funciones, es decir, los presidentes regionales y alcaldes
no administran bien los recursos del Estado (o de nosotros mismos), porque los
consejeros regionales ni los regidores
cumplen con una de sus funciones primordiales, la de fiscalizar; a lo que se suma la indiferencia de la propia
población que deja hacer a su libre
albedrÍo a las autoridades que gobiernan por su encargo; y la inoperancia de
las OCIs.
Sólo cuando se
difunde un hecho de corrupción, los ciudadanos saltamos a dar nuestra enardecida opinión por los
medios de comunicación, pero antes porque no hicimos algo cuando vimos en
nuestro barrio el letrero de una obra al parecer sobrevalorada y de inmediato
realizamos las indagaciones para saber si realmente cuesta eso y en caso de no
ser así denunciamos ello para evitar que se concrete el robo, por ejemplo.
Porque los
consejeros regionales y regidores ediles, no revisan a profundidad los expedientes
que les entregan antes de los concejos y si encuentran alguna irregularidad no
sólo votan en contra sino que de inmediato denuncian el hecho a la Contraloria
y advierten el posible dolo a la comunidad para frenar su perpetuación.
Y los
encargados de las OCIs porque permanecen encerrados en sus oficinas, limitándose a pedir copias de
expedientes para justificar su trabajo, en muchos casos remunerados por la
propia institución, en vez de asistir a las sesiones de concejo que son
públicas y recorrer las obras para tomar nota de lo observado y de ser
necesario pedir la intervención de la Fiscalía. Además cuando se inicia una
nueva gestión, las Oficinas de Control Interno debería reunir a las nuevas
autoridades y funcionarios de confianza de estas gestiones para informarles o recordarles
(por si no lo saben o lo olvidan) sus deberes, obligaciones y los riesgos que
implica la comisión de malos manejos.
Si esto
pasará, cuantos malos ratos nos ahorraríamos los ciudadanos y las propias
autoridades que se molestan cuando las cuestionan. Cuantas sobrevaloraciones se
evitarían, cuantos apetitos personales se truncarían y hasta cuantos candidatos
menos tendríamos en cada elección. Porque sólo “al ojo del amo engorda el
caballo” y la prevención debería ser una constante en nuestras vidas.
Ahora ya es
tarde, para llorar sobre “la leche derramada”, sólo queda confiar en el cuestionado
Poder Judicial que ojalá cumpla con su rol y sus miembros puedan obrar con
independencia aún cuando este de por medio la libertad de algún viejo amigo o
padrino.
Pero cuidado
ciudadanos: se acerca un nuevo proceso electoral, reaparecen muchos que ya
gobernaron e hicieron de las suyas, y están libres de polvo y paja porque nadie
los fiscalizó ni denunció, y si vuelven al poder será porque nos gusta la corrupción
o sencillamente porque somos cómplices de ella, o lo que es peor, nos gusta los sicarios que con nuestro voto
gobiernan a favor de los grupos de poder para matarnos con la contaminación y
el hambre, mientras ellos se enriquecen para no sé qué, porque cuando mueran
sólo se llevarán sus minerías humanas.
Arequipa, ya no quiere más traición de nosotros mismos ni que nuestras generaciones futuras no tengan una vida mejor.
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