SÓLO CON SANCIONES EJEMPLARES ACABARA LA CORRUPCION
Los más de 80 audios encontrados que revelan los sucios negociados de los lotes petroleros, no son más que una muestra de la forma como unos cuantos, que lamentablemente llegan al poder por decisión del pueblo, se benefician con la venta de nuestros recursos; y con el apoyo de la manipulable justicia peruana, buscan culpar de toda la corrupción a los operadores del delito, mientras los cerebros de la mafia intentan salir libres de polvo y paja.
Si bien, gracias a los petroaudios, está más que demostrada la participación de Rómulo León Alegría, Alberto Químper, Arias Schreiber y otros en los negociados de las empresas Discover y Petro Perú; pero de hecho ellos no operaban solos sino que alguien los digitaba desde arriba y esto ojalá se llegue a demostrar algún día.
Sino de otra forma no se explica porque cuando Químper le reprochó al presidente Alan García que él era el menos indicado para llamarlo rata y de esto se iba arrepentir, el mandatario de inmediato ordeno liberarlo con la excusa que por la edad no podía permanecer preso.
Asimismo, cuando estuvo en la clandestinidad Rómulo León, se dio el lujo de lanzar una amenaza al Mandatario Peruano, indicándole que tenga cuidado con el “techo de vidrio” que podría caerle encima si continuaba culpándolo.
De otro lado, se les quiere hacer caer todo el peso de la culpa, acusándolos de crimen organizado y de interceptación telefónica a los capitanes navales(r) Elías Ponce Feijoó y Carlos Tomasio De Lambarri que dirigían Business Track, la compañía privada a la que se atribuye la grabación de los famosos petroaudios. Sin embargo, ellos, en su celda del Penal Miguel Castro Castro, han declarado al diario La República que se trata de una conspiración política y que no son más que “cabezas de turco”; además reconocen haber servido a Giampietri y Alan García con la información que ellos les pidieron.
El gobierno aprista nos debe explicar igualmente porque en el 2006 se contrató a Business Track para descartar interceptaciones telefónicas en el Congreso denunciadas por congresistas de la oposición, cuando antes esta tarea la realizaba gratis las Fuerzas Armadas. Además para cumplir este trabajo Ponce Feijoó ingresaba con una identificación de Elías Ponce Franco, ¿Si todo era trasparente por qué el cambio de identidad?
Todos estos hechos ameritan que la sociedad peruana se organice y exija una sanción ejemplar para todos los corruptos desde el más pequeño hasta el más poderoso. El gobierno por sí mismo, nunca lo va hacer, pues está visto que no le conviene. Un buen escarmiento sería, más que darles 30 años de cárcel o cadena perpetua, despojarlos de todas sus riquezas y obligarlos a vivir en la absoluta miseria y con un letrero en el pecho que diga “Rata”.
En tanto que a todos los que faciliten pruebas (audios, videos fotos etc.) sobre hechos de corrupción se les debería premiar con ascensos si son militares o con un sueldo decente y vitalicio para los civiles que colaboren con la moralización del país. Sobre esto debería preocuparse en legislar el Parlamento Nacional y no en modificar el artículo 162º del Código Penal, referido a la intervención en las comunicaciones, que podría vulnerar más las libertades de prensa y expresión y el derecho al secreto profesional del periodista.
Pero como la corrupción no sólo está en las grandes esferas del gobierno central, sino también a nivel regional y local, los ciudadanos debemos ser más valientes y revelar toda acción irregular que observemos, por pequeña que parezca. En muchos municipios se “cuecen habas”, funcionarios públicos mediante testaferros abastecen de materiales e insumos a sus comunas, para ganarse alguito; familiares de alcaldes y regidores participan en licitaciones, pero nadie se anima a decir algo. Cuando será el día en que aparezca algún video o audio que nos demuestre como una autoridad negocia las obras que realiza y recién nos explicaremos porque el asfaltado o la remodelación de un parque cuestan tanto. Entonces la población deberá sancionar aunque sea moralmente a las malas autoridades no volviendo a votar nunca más por ellas y haciéndolos devolver todo lo que recibieron indebidamente; sólo así los responsables y sus familiares sentirán algo de vergüenza y en el futuro no volverán a robar.
Bueno soñar no cuesta nada.
Si bien, gracias a los petroaudios, está más que demostrada la participación de Rómulo León Alegría, Alberto Químper, Arias Schreiber y otros en los negociados de las empresas Discover y Petro Perú; pero de hecho ellos no operaban solos sino que alguien los digitaba desde arriba y esto ojalá se llegue a demostrar algún día.
Sino de otra forma no se explica porque cuando Químper le reprochó al presidente Alan García que él era el menos indicado para llamarlo rata y de esto se iba arrepentir, el mandatario de inmediato ordeno liberarlo con la excusa que por la edad no podía permanecer preso.
Asimismo, cuando estuvo en la clandestinidad Rómulo León, se dio el lujo de lanzar una amenaza al Mandatario Peruano, indicándole que tenga cuidado con el “techo de vidrio” que podría caerle encima si continuaba culpándolo.
De otro lado, se les quiere hacer caer todo el peso de la culpa, acusándolos de crimen organizado y de interceptación telefónica a los capitanes navales(r) Elías Ponce Feijoó y Carlos Tomasio De Lambarri que dirigían Business Track, la compañía privada a la que se atribuye la grabación de los famosos petroaudios. Sin embargo, ellos, en su celda del Penal Miguel Castro Castro, han declarado al diario La República que se trata de una conspiración política y que no son más que “cabezas de turco”; además reconocen haber servido a Giampietri y Alan García con la información que ellos les pidieron.
El gobierno aprista nos debe explicar igualmente porque en el 2006 se contrató a Business Track para descartar interceptaciones telefónicas en el Congreso denunciadas por congresistas de la oposición, cuando antes esta tarea la realizaba gratis las Fuerzas Armadas. Además para cumplir este trabajo Ponce Feijoó ingresaba con una identificación de Elías Ponce Franco, ¿Si todo era trasparente por qué el cambio de identidad?
Todos estos hechos ameritan que la sociedad peruana se organice y exija una sanción ejemplar para todos los corruptos desde el más pequeño hasta el más poderoso. El gobierno por sí mismo, nunca lo va hacer, pues está visto que no le conviene. Un buen escarmiento sería, más que darles 30 años de cárcel o cadena perpetua, despojarlos de todas sus riquezas y obligarlos a vivir en la absoluta miseria y con un letrero en el pecho que diga “Rata”.
En tanto que a todos los que faciliten pruebas (audios, videos fotos etc.) sobre hechos de corrupción se les debería premiar con ascensos si son militares o con un sueldo decente y vitalicio para los civiles que colaboren con la moralización del país. Sobre esto debería preocuparse en legislar el Parlamento Nacional y no en modificar el artículo 162º del Código Penal, referido a la intervención en las comunicaciones, que podría vulnerar más las libertades de prensa y expresión y el derecho al secreto profesional del periodista.
Pero como la corrupción no sólo está en las grandes esferas del gobierno central, sino también a nivel regional y local, los ciudadanos debemos ser más valientes y revelar toda acción irregular que observemos, por pequeña que parezca. En muchos municipios se “cuecen habas”, funcionarios públicos mediante testaferros abastecen de materiales e insumos a sus comunas, para ganarse alguito; familiares de alcaldes y regidores participan en licitaciones, pero nadie se anima a decir algo. Cuando será el día en que aparezca algún video o audio que nos demuestre como una autoridad negocia las obras que realiza y recién nos explicaremos porque el asfaltado o la remodelación de un parque cuestan tanto. Entonces la población deberá sancionar aunque sea moralmente a las malas autoridades no volviendo a votar nunca más por ellas y haciéndolos devolver todo lo que recibieron indebidamente; sólo así los responsables y sus familiares sentirán algo de vergüenza y en el futuro no volverán a robar.
Bueno soñar no cuesta nada.
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