MUJER, FORTALEZAS Y PRIORIDADES

Desde que aparecieron el hombre y la mujer sobre la faz de la tierra, la sobrevivencia fue siempre difícil y las desigualdades siempre estuvieron presentes. Hoy si bien se ha avanzado bastante en material de equidad y género y las leyes reconocen a las mujeres muchos derechos que antes no tenían; sin embargo, la vida sigue siendo más complicada para nosotras, que el 8 de marzo, recordamos el Día Internacional de la Mujer.
A pesar de los avances en materia legal, nuestra sociedad todavía es machista; pues, al hombre se le admite casi todo y a la mujer se le censura y critica más. Además los varones siguen teniendo mayores posibilidades de alcanzar altos cargos y recibir mejores sueldos, aún cuando cada vez son menos confiables por los hechos de corrupción en los que se ven implicados. Aunque el grupo femenino no está libre de macha, a las mujeres todavía se nos considera buenas administradoras de la economía y mucho menos proclives al soborno, pero no por eso tenemos mejor suerte para conseguir un trabajo bien remunerado.
La mujer mientras sea joven y bonita tienen oportunidades de conseguir empleo; esto se comprueba en los avisos de los diarios en donde se exige buena presencia y una edad máxima, pero si ya se tiene más de 30 años y peor si se es casada, las posibilidades se reducen y los únicas puestos a los que se puede aspirar es de vendedora de seguros, cosméticos o de tumbas.
En el plano político, aún cuando la ley exige la participación de mujeres en las listas de candidatos para autoridades locales, regionales o nacionales, al final resultan siempre elegidos más varones no sólo por estar en los primeros lugares; sino porque las propias mujeres votan por hombres, esto se debe a varias razones: una de ellas es el aspecto físico y el discurso, que seduce especialmente el segmento joven; y otra es la falta de candidatas de nivel que representen los intereses de la población femenina.
Quizás sea por eso que las damas que llegar al poder, no siempre resultan dignas representantes de la mujer peruana sino reverendas “calabazas” que al final hacen quedar mal a nuestro género. Tal como ocurre con varias de nuestras representantes en el Congreso de la República, alcaldesas o regidoras, que nos hacen agachar la cabeza por los actos de corrupción en los que se ven inmersas o simplemente por su inoperancia. ¿Pero quienes las eligieron? A caso no fueron los partidos o movimientos políticos que las colocaron a dedo o les vendieron un cupo en sus listas para cumplir con la ley de cuotas y de paso obtener algún beneficio económico, o simplemente para tener siervas obedientes y sumisas a la autoridad de turno.
De hecho que en nuestro país, existen cientos y miles de mujeres talentosas, pero muchas no postulan a cargos públicos por una serie de razones: la primera está relacionada de hecho con su propia naturaleza; la mujer siempre será la encargada de traer los hijos al mundo y de brindarles los primeros cuidados, por tanto tendrá que postergar sus intereses personales y priorizar a su familia; la segunda razón es que la mujer para sobrevivir y contribuir con la economía del hogar tiene que trabajar fuera del hogar y hasta más de 8 horas diarias, además tienen que cumplir con sus tareas de ama de casa, madre ejemplar y esposa abnegada.
Al final del día, la madre de familia termina totalmente casada, sin ánimo para leer un libro, seguir un curso, capacitarse y difícilmente puede asistir a reuniones de su asociación de profesionales o partido político de su simpatía. Por eso quienes pueden darse el lujo de seguir desarrollándose son las solteras, quienes tienen holgada posición económica, y las casadas sin o pocos hijos; claro, siempre y cuando el marido sea comprensivo y se los permita.
Por ello, sólo mujeres como: Lourdes Flores Nano, Martha Hildebrandt, Verónica Zavala y otras más (a las calabacitas no las mencionamos por higiene mental) han podido llegar a donde han llegado y conseguir lo que otras mujeres, aún con mejores atributos intelectuales y humanísticos no han conseguido, ni buscarán lograr porque sus prioridades son otras.
En realidad aún nos falta mucho por evolucionar, tanto en pensamiento como en actitud, el ideal que deberíamos perseguir todos es vivir en una sociedad en donde se apoye a los más capaces y honestos, sean hombres o mujeres, para que lleguen a los cargos más altos y dirijan las riendas de nuestro Perú por el camino correcto.

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