SER MADRE QUE DIFICIL ES

Cuántas madres de esta época, pueden sentirse satisfechas del rol que cumplen, en estos tiempos en que el dinero no alcanza, la falta de valores campea, las generaciones son cada vez más irreverentes y menos dóciles, y encima proliferan una serie de males soles y epidemias que desde luego atacan a quienes menos tienen.
Recuerdo cuando me embarace de mi primer hijo, otra mujer con varios años de experiencia como madre, me dijo: “aprovecha estos meses de espera para descansar lo más que puedas, porque cuando nazca tu bebé, nunca más volverás a tener un minuto de calma o de tranquilidad en la vida”.
¡Qué gran verdad aquella! Porque efectivamente desde el primer instante en que una mujer se convierte en mamá deja de dormir tranquila, pues, su pequeño angelito a los pocos minutos de haber cerrado los ojos, la despertará con su llanto para indicarle que tiene hambre o esta mojado; años más tarde, cuando queramos darnos un siestecita después haber hecho los quehaceres de la casa o haber tenido un día duro en el trabajo, los gritos de nuestros infantes o adolescentes diciendo: “Mamá el Pepe me está fastidiando” o “Máma quiero pan con jamonada”, nos obligaran a levantarnos y postergar nuestro sueño para otro momento. Y más adelante, cuando nuestros hijos ya tienen 18 o más años y pensamos que al fin ellos ya pueden conducirse solos, falso, porque en la noche tampoco podemos conciliar el sueño pensando: ¿A qué hora llega mi hijo?, o si el muchacho que sale con mi hija tendrá o no buenas intenciones.
Pero el martirio no sólo es cuando una intenta descansar, sino también cuando estamos despiertas, porque toda madre se esfuerza cada día para conseguir lo necesario para brindar un alimento diario a sus vástagos, pero en vez de recibir un agradecimiento, siempre hay una “joyita” que no quiere comer las verduras o no le gusta la sopa; o la jovencita que no come pan ni fideos porque quiere parecerse a Barbie.
A estos muchachos deberíamos llevarlos a pasear cualquier noche de estas por la segunda cuadra de la Calle Santo Domingo, en donde más de una madre con sus pequeños en brazos a punto del desfallecimiento piden limosna (ojo que no son esas falsas mendigas que se alquilan un niño para despertar la pena de los transeúntes y así ganar dinero fácil); o recorrer con ellos las calles céntricas después de las 11 horas, cuando familias enteras o grupos de niños abandonados duermen en los portales de la Plaza de Armas o en las puertas de algunas casonas. Quizás viendo estos cuadros nuestros hijos empiecen a valorar más lo mucho o poco que tienen.
Los gobiernos locales y regionales que manejan gruesos presupuestos deberían priorizar la atención al ser humano, realizando la construcción de albergues para madres abandonadas y talleres en donde ellas y sus hijos puedan aprender un oficio que les permitan más adelante autosostenerse; pero a nuestras autoridades más les interesa los asfaltados y rehacer veredas, pues al parecer estas obras les son más rentables.

La crisis económica y el desempleo están golpeando muy fuerte a muchos hogares y más aún aquellas madres de familia que cumplen el doble rol de padre y madre. Cuántas mujeres se sienten impotentes al no poder comprar los alimentos necesarios para un correcto desarrollo de sus hijos o los medicamentos que necesitan cuando están enfermos. Asimismo, cientos de madres se privan de muchas cosas a fin de enviar a sus hijos a un colegio particular o un instituto o universidad; sin embargo, existen los caraduras que malgastan el dinero de las copias o de la pensión en las tragotecas que abundan alrededor de los centros de estudios. Estos muchachos, así como los que integran las denominadas “barras bravas” o pandillas deberían ser obligados a realizar el servicio militar.
A medida que pasa el tiempo cada generación es más difícil de controlar, es cierto, pero también la corrupción y los malos hábitos parten de los adultos, esos ciudadanos que en su afán de lucrar no miden las consecuencias que trae el abrir un negocio en determinado lugar; igualmente, los progenitores se equivocan al dar dinero de manera desmedida a sus hijos; en tanto que las autoridades emiten normas pero no suman esfuerzos para cumplirlas, por eso existen tantos antros de perdición cerca a colegios y universidades, que se cierra y reabren todos los días.
Muchos madres y padres de familia nos esforzamos por dar una buena formación a nuestros hijos, pero a la salida de la casa o del centro de estudios están los vicios para atraer a nuestros jóvenes; es más los enemigos incluso está dentro de la casa y se llaman: televisión, Internet, juegos en red, etc. que siembran violencia en menores y adultos y hasta los conducen a la prostitución.
Por tanto, ser madre con o sin dinero en el bolsillo es sumamente complicado, formar y educar a los ciudadanos del mañana es tremendamente difícil en estos tiempos; por eso dams y varones en edad fértil deben pensar mucho antes de decidir ser padres. Pues la maternidad o paternidad no es sólo cuestión de tener dinero, sino también de dedicar tiempo y tener mucha paciencia con los hijos.


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