UNA ANÉCDOTA EN LOS EEUU
Luis Palao Berastain se casó con Liese Ricketts Borchard en 1973 con quien tiene dos hijos: Sebastián y Francisco. Un año después, ante la insistencia de sus suegros que deseaban conocer a su primer nieto, viajo por unos días al Estado de Chicago-USA, allí inspirado en los jardines de su suegro, pintó el cuadro “Los Campos de Don Guillermo”; además para ganarse algunos dólares realizó algunas pinturas en las escaleras del edificio del Museo de Chicago, por lo que fue notificado y correteado varias veces por la Policía norteamericana.
Durante su estadía en EE.UU. demostró también su destreza culinaria y su experiencia conejera, para esto compró de una tienda de mascotas varios cuyes y los preparó a la parrilla, como el patillo gusto a su familia política, ofreció otras veces más el delicioso menú. Ya en el Perú se enteró, que la Sociedad Protectora de Animales fue a inspeccionar la casa de su suegro para saber si eran bien tratados los cuyes, pero sólo encontraron los aretes de los “peruvian pig”.
Pero allí no quedó todo, años después cuando su hijo Sebastián retorno a EE.UU., en el colegio tenía que hacer una pantomima y no tuvo mejor idea que representar como su papá preparaba el cuy chactao: primero acarició el conejito para cogerlo y luego le torció el pescuezo, quedando todos estupefactos incluida la profesora, quién desde luego llamó la atención al muchacho.
Luis Palao Berastain se casó con Liese Ricketts Borchard en 1973 con quien tiene dos hijos: Sebastián y Francisco. Un año después, ante la insistencia de sus suegros que deseaban conocer a su primer nieto, viajo por unos días al Estado de Chicago-USA, allí inspirado en los jardines de su suegro, pintó el cuadro “Los Campos de Don Guillermo”; además para ganarse algunos dólares realizó algunas pinturas en las escaleras del edificio del Museo de Chicago, por lo que fue notificado y correteado varias veces por la Policía norteamericana.
Durante su estadía en EE.UU. demostró también su destreza culinaria y su experiencia conejera, para esto compró de una tienda de mascotas varios cuyes y los preparó a la parrilla, como el patillo gusto a su familia política, ofreció otras veces más el delicioso menú. Ya en el Perú se enteró, que la Sociedad Protectora de Animales fue a inspeccionar la casa de su suegro para saber si eran bien tratados los cuyes, pero sólo encontraron los aretes de los “peruvian pig”.
Pero allí no quedó todo, años después cuando su hijo Sebastián retorno a EE.UU., en el colegio tenía que hacer una pantomima y no tuvo mejor idea que representar como su papá preparaba el cuy chactao: primero acarició el conejito para cogerlo y luego le torció el pescuezo, quedando todos estupefactos incluida la profesora, quién desde luego llamó la atención al muchacho.
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