LOS PASIVOS AMBIENTALES


Un tema incómodo para la Convención Minera
“Perú país minero” es una frase que se ha repetido infinidad de veces en conferencias, documentales etc. ; pero la expresión correcta (dada nuestra realidad) debería ser “Perú explotado por capitalistas mineros” porque si bien nuestro territorio es rico en minerales pero no somos los peruanos los que disfrutamos o aprovechamos al máximo las ganancias proveniente de la actividad minera, sino más bien los que sufrimos los pasivos ambientales.
La minería es uno de los sectores más importantes de la economía peruana y representa normalmente más del 50% de las exportaciones peruanas con cifras alrededor de los 4 mil millones de dólares al año. Por su propia naturaleza la gran minería constituye un sector que genera grandes movimientos de capital más no de mano de obra, así el año 2003 aportó el 4.7% del PBI, actualmente se señala que el aporte en el mejor de los casos llegará al 7 %, es decir, que el 93% lo aportan los demás sectores productivos.
En el Perú, la explotación en Cerro de Pasco (Pasco) comenzó en 1905 y en 1922 se inauguró el complejo metalúrgico de la Oroya (Junín). En los años noventa se otorgaron numerosas concesiones mineras como parte de la política de apertura de mercados del gobierno de Alberto Fujimori. Actualmente las mayores explotaciones de cobre se registran en Cuajone (Moquegua), Toquepala (Tacna), Cerro Verde (Arequipa) y Tintaya (Cuzco). Cerro de Pasco y sus inmediaciones continúan extrayendo zinc, el plomo y la plata. Marcona (Ica) con hierro y San Rafael (Puno) con estaño. Con respecto al oro, Yanacocha y Sipán (Cajamarca), Pierina (Ancash) y Santa Rosa (La Libertad) constituyen las mayores explotaciones.
Según informes recientes de la Asociación de Exportadores del Perú y del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, en el primer semestre del presente año, las empresas mineras que operan en nuestro país exportaron 19% más que en el mismo periodo del año pasado. En primer lugar está la empresa Southern Perú que exportó mil 258 millones de dólares; le sigue Antamina que vendió oro por mil 214 millones; mientras que Sociedad Minera Cerro Verde, se ubica en tercer lugar al haber colocado en el exterior 647 millones 652 mil dólares y la empresa Doe Run Perú va en cuarto lugar con 603 millones 90 mil dólares. Estas cuatro entidades representan el 50 % del total de exportaciones del sector minero, que se realizan a los países de China, Suiza, Estados Unidos, Canadá y Japón.
El cobre, oro y zinc concentraron el 83% de las exportaciones, el primero se vendió por un monto de 2 mil 947 millones de dólares, supuestamente esto beneficia a los pueblos mineros ya que mientras más se exporte, los ingresos por canon minero e Impuesto a la Renta se incrementan. Sin embargo, la Provincia de Arequipa, hasta mayo del 2008 sólo recibirá 700 mil Nuevos Soles aproximadamente por Canon Minero, según lo han afirmado los funcionarios ediles.
Sobre el canon minero, Miguel Palacín Quispe Presidente CONACAMI-PERÚ precisa que este representa el 0.7% del valor de las exportaciones, calculado al 20% del impuesto a la renta; pero aquellas empresas que firmaron acuerdos de estabilidad tributaria, y doble depreciación de los activos, no pagan el canon. Por ello, los montos que reciben los gobiernos locales son cantidades ínfimas comparadas con los niveles de explotación minera. La exportación minera sirve, entonces, solo para atraer dólares frescos, que sirven a su vez para solventar las cada vez mayores importaciones. De hecho entonces, la minería no contribuye a la generación del empleo, ni al consumo de productos nacionales.
LOS DAÑOS AMBIENTALES
La actividad minera en el Perú tiene enormes pasivos ambientales y sociales, a pesar de la existencia de normas de protección ambiental y social con las que se cuenta. Cientos de cuencas hidrográficas, lagos, lagunas y ciudades están contaminadas. Existen numerosos conflictos entre las comunidades y las empresas por el control y acceso a los recursos, como la tierra y el agua. Con la aplicación por cinco años (1997 al 2002) de los Programas de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA) las empresas mineras pretendieron poner fin a estos conflictos, sin embargo, no se han obtenido resultados satisfactorios hasta la fecha.
En el sector minero, el uso de agua para los procesos de lixiviación se calcula en 207’000.000 metros cúbicos por día para las 257 plantas (de las cuales 164 se ubican en la vertiente del Pacifico) que procesan 120’111.959 toneladas métricas de material por día, de allí el interés de las mineras por apoyar la construcción de nuevas represas.
Sin embargo, el índice de mayor afectación por las descargas de relaves está en las cuencas de los ríos Mantaro, Acari, Locumba, Cañete y Moche. En el caso del Mantaro, el consumo de estas aguas ha provocado miles de muertes de animales y la pérdida del suelo de cultivo, causando daños a la precaria economía de las comunidades. Este río actualmente solo sirve como colector de desagües de 21 plantas concentradoras que arrojan 45 millones de metros cúbicos de relaves mineros al año, dando como resultado uno de los ríos más contaminados del Perú. En Arequipa se teme que el río Chili dentro de unos años sufra similares daños cuando los relaves de Cerro Verde rebalsen la cancha de residuales.
IMPACTOS EN LA SALUD PUBLICA
Todas las actividades mineras causan daños en la salud de los habitantes de las comunidades locales, generándose más pasivos ambientales. En el Perú hay decenas de casos que se podrían mencionar. Uno de ellos, es el de San Mateo de Huanchor (Lima), en donde cinco mil familias, que viven en cinco comunidades campesinas (San Mateo, San Antonio, Yuracmayo, Viso y Parac) han sido víctimas de intoxicación con arsénico, plomo y mercurio, del depósito de relaves “Mayoc” que se encuentra ubicado a poca distancia del poblado. Según el informe del Ministerio de Salud, la sangre y orina de los niños y adultos de San Mateo contenían niveles de arsénico, plomo y mercurio que sobrepasan los límites permisibles.
Asimismo, la presencia de fundiciones metalúrgicas y los riesgos a la salud pública son alarmantes. En La Oroya, en el departamento de Junín, la contaminación por metales pesados como el plomo, el arsénico, el dióxido de azufre, entre otros compuestos es muy grave. Se sabe que el plomo daña principalmente la sangre, el sistema nervioso central, el sistema reproductivo y los riñones. El plomo es particularmente dañino para los niños, quienes absorben un porcentaje mucho más alto que los adultos, tanto por vía digestiva como vía respiratoria, siendo más sensibles a sus efectos adversos, los cuales se pueden presentar a partir de niveles en la sangre de 10 μg/dl Innumerables estudios demuestran que la exposición al plomo, incluso a niveles bajos, puede causar disminución en la inteligencia y en el desarrollo físico, al igual que detener el desarrollo neurológico y reducir la audición.
De hecho en la XXVIII Convención Minera, cuyo tema será “Unión de esfuerzos para el desarrollo del Perú”, muy poco o casi nada de estos temas se trataran. De todas formas recomendamos a los colegas de los diferentes medios estar pendientes de las exposiciones que se cumplirán este martes y miércoles en el Salón Pichu Pichu de Tecsup, en donde se hablará sobre: “Gestión de Pasivos Ambientales Mineros”, “Desafíos en el Desarrollo de Proyectos en el Ambiente Actual”, “Mecanismos Alternativos para el Manejo de Conflictos Socio Ambientales y las Lecciones Aprendidas del Caso Antamina” y “El Valor y el costo del Agua en el Proceso de Producción Minera y su carácter social".
Se dice que para el 2050 la población humana se duplicará de 6 a 12 billones y para reducir la pobreza y atender las demandas sociales será necesario incrementar en cinco veces la cantidad de mineral que se explota actualmente. Pero en nuestro país es urgente que cuanto antes el Estado y las empresas mineras asuman los pasivos ambientales y sociales, que también se promulgue una Ley del Seguro Ambiental para cubrir los desastres, accidentes y demás pasivos producidos por la actividad minera. Se debe exigir además el cumplimiento de los PAMAS, y la evaluación permanente de la salud de las poblaciones cercanas a los centros mineros; además de un monitoreo y vigilancia constante del ambiente y del desarrollo de la actividad minera a cargo de comités en los que participen técnicos y la propia comunidad.
Exigir a las empresas mineras el cumplimiento de sus deberes no es más que ejercer el derecho que tenemos a la vida, porque si nos dejan entre un 4 y 7 % para el Producto Bruto Interno, encima no pagan muchos millones de dólares por concepto de impuestos y regalías gracias a la política blanda de nuestros gobiernos: lo menos que podemos hacer los peruanos y los arequipeños es hacerles ver a estos señores que son millonarios gracias a los minerales que extraen de los poises pobres como el nuestro, que tengan algo de humanidad con la gente que hoy los recibe con los brazos abiertos y que sólo quiere una vida digna y con salud.

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