LOS VERDADEROS MAESTROS

LOS VERDADEROS MAESTROS

Hace poco recordamos el “Día del Maestro”, efemérides que debería ser tan importante como lo es el Dia de la Madre o el Padre, porque se trata del profesional poseedor del mayor tesoro que tiene la humanidad: el conocimiento y es tan generoso que lo comparte con mucha paciencia y dedicación con sus semejantes. Actitud tan altruista que no la tienen siquiera los dueños de fortunas a quienes les duele desprenderse de un poco de su dinero para darlo a los más necesitados.
El Maestro es pues como un guía o un faro en la oscuridad que nos permite vislumbrar el camino que debemos recorrer. La palabra maestro se debe usar para designar a las personas que nos cambian la vida con sus enseñanzas, ejemplos y consejos; son aquellas personas que nos inculcan valores y que a pesar de saber mucho son siempre humildes, educados, caballerosos, pero nunca soberbios.
Tras estas primeras reflexiones podemos deducir que no todos los profesionales que se dedican a la enseñanza son Maestros, muchos y quizás la mayoría se quedan en la denominación de profesores, que según el Diccionario de Lengua Española, son las “Personas que ejercen o enseñan una ciencia o arte". En cambio los maestros tienen el sagrado de deber de ser guías del conocimiento, amautas y hombres sabios.
A lo largo de nuestra vida siempre recordamos a quienes realmente nos guiaron por la senda del conocimiento y nos inculcaron valores; a aquellos maestros que antes de pensar en sí pensaban en el bienestar de sus alumnos, aquellos maestros que nos enseñaron con su ejemplo a ser puntuales, sinceros y justos. Como olvidar a mi profesora de primaria en aquella escuelita fiscal de IV Centenario, Julia Elena Bueno de Bernedo, que dejaba de comer su refrigerio para dárselo aquella niña que no llevaba nada para servirse en el recreo y que tenía paciencia para hacerse entender hasta por la niña más distraída. Como ella en aquellos años 70s había muchos maestros, que ponían en su escritorio varios lápices para los niños que olvidaban o perdían sus útiles los usaran, y se quedaban después de la hora de la salida para reforzar a los alumnos que lo necesitaban o para conversar con ellos sobre sus problemas.
De hecho en nuestros tiempos existen algunos docentes que todavía hacen eso, pero cada vez son menos; la mayoría esta preocupada en llegar cuanto antes a su domicilio o a su siguiente trabajo. La comunicación con los padres se hace a través de la agenda y comunicados que generalmente son para solicitar una cuota o algún objeyto para el aula o actividad. Mientras que en la Secundaria, los profesores generalmente concluyen sus clases sin explicar a cabalidad un tema y dejan para la casa la resolución de varios ejercicios y trabajos que el alumno no puede resolver solo ni con la ayuda del padre, por lo que la contratación de profesores particulares es cada vez más frecuente.
Recuerdo que en mi Colegio Nacional de la Independencia Americana, que dicho sea de paso el próximo 15 de julio, cumplirá 180 años de existencia, había verdaderos Maestros de Matemáticas, de Física y de Química como: Ricardo Ramírez (Rositas), Domingo Aco Cornejo y Germán Coahuila Arenas, que lo difícil lo enseñaban de manera fácil, de tal modo que todos aprendíamos. Mientras que en Historia David Linares Guevara, nos relataba la pre historia como si fuera una película emocionante que tras oírla y palpar algunos restos arqueológicos que teníamos en el Salón de Historia, se nos quedaba grabada la lección.
Como ellos habían otros maestros, que cuando cometíamos un error ortográfico nos hacia repetir cien veces la palabra correcta; también recordamos a Julio César Salas Morales, en cuyas clases de Psicología aprendimos las etapas de la vida. Muchos alumnos temblaban a la hora del Inglés, porque con Guillermo Bustamante Paredes había que pronunciar y hablar bien la lengua anglosajona, no como ahora que hay profesores que ni siquiera hablan bien el castellano, pero enseñan Inglés o francés; y quien de mi generación no recuerda a Eduardo Somocurcio Talavera (“Soroca”), en Educación Física, trabajaba de 6 de la mañana a 6 de la tarde para lograr buenos deportistas.
Lógicamente, las generaciones cambian y los que ejercen la docencia también, hoy en dia los jóvenes para seguir una profesión no se fijan tanto sus aptitudes sino que buscan algo que les de posibilidades de trabajar y sobrevivir, de allí que muchos optan por seguir Educación o ser Policía sin tener verdadera vocación y por ende su desempeño no es bueno. Pero siempre habrá quienes a pesar de la crisis económica y la carencia de sueldos justos decidan seguir su vocación y dedicarse con empeño a la pedagogía para forjar a los ciudadanos libres del mañana que construyan un Perú mejor. A esos maestros nuestra gratitud.

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